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¿Y por qué tú no?


Vocaciones a una Consagración Especial en la Iglesia (Christus Vivit 274-277)

Cartas vocacionales – Julio 2020.


Por el P. Jai Hyung Michael Park CMF

Delegación Independiente de Corea



Había una vez un muchacho, que era bueno y lo suficientemente dócil como para cumplir todo lo que sus padres querían de él. Él trataba de ser un buen hijo en su familia y también un buen estudiante en su escuela. Se le consideraba una especie de estudiante modelo y también sacaba buenas notas en su clase. Después de la escuela secundaria, él comenzó a estudiar física e ingeniería electrónica en una de las mejores universidades en Corea. Su familia y amigos lo alababan y bendecían, y parecía que se le había prometido un futuro brillante. Él estaba orgulloso de sí mismo y también lo estaban sus padres; incluso estaba seguro de su felicidad y realización.


No pasó mucho tiempo antes de que él sintiera que le faltaba algo en su vida que parecía perfecta. Mientras disfrutaba de su estudio y estaba feliz con todos los aplausos y halagos, encontró cierto espacio vacío en su corazón. Lo extraño era que incluso cuantos más aplausos recibía más sentía el vacío. Finalmente se dio cuenta de que nada externo podría llenar el vacío interior, que estaba totalmente reservado para el Señor: era el deseo de Dios. El muchacho tenía que tomar una decisión acerca de continuar el “camino seguro” con aplausos externos o aventurarse a explorar un “camino nuevo”.


En este proceso de discernimiento, el joven trató de escuchar la voz suave del Señor desde dentro, más que las espléndidas y fuertes voces de fuera. Al final, “echó las redes una vez más” con plena confianza en que solo el Señor podría llenarlo. Según el muchacho, actualmente un sacerdote claretiano, había estado demasiado influenciado por voces externas como para sospechar de que no estaba en su propio camino. Como dice el papa Francisco, él simplemente descartó la posibilidad de dedicarse a Dios como consagrado (CV, 276).



El joven le dio una oportunidad a Dios para que Él pudiera susurrarle a su corazón. Por fin, el muchacho dejó que Dios le hablara interiormente en silencio y reconoció esa llamada única para sí mismo. La voz continuaba siendo muy suave, pero era tan atractiva y poderosa que ya no le molestaban las otras voces. Esto le hizo soñar con una nueva perspectiva del Reino de Dios como discípulo de Jesús y esta perspectiva comenzó a llenar su vacío. Fue el momento en que el muchacho encontró el tesoro plantado en su corazón por el Señor.


Para este claretiano, el vacío era como una brújula que le guiaba hacia un mayor deseo de Dios. La brújula le mostraba cuál de las voces podía llevar a la plenitud, si lo que el mundo seguía gritando o lo que Dios continuaba susurrándole.


Al acompañar a los jóvenes, podemos desafiarlos a enfrentar el vacío de sus corazones; entonces, la brújula les ayudará a escuchar en el silencio interior y a responder con confianza para emprender una nueva aventura.



¿Puedes escuchar el susurro del Señor en tu vida? ¿Sientes el mismo vacío que el joven sentía? Ponte en contacto con nuestro director vocacional hoy para explorar este vacío y escuchar mejor la voz de Dios.


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