Yo soy el P. Gerald Kumar Balavendra CMF, soy de la India y nací el 9 de agosto de 1975. La gente me llama Gerry y dicen que soy alto, que tengo una sonrisa angelical, y una voz suave. Hablo tres idiomas: inglés, vietnamita y kannada. Estoy familiarizado con otros idiomas que se hablan en la parte sur de mi país, pero hablo mejor los tres idiomas que mencioné. Estoy trabajando como Vicario Parroquial en la Iglesia Misión de San Gabriel, Los Ángeles, California, EE. UU.
Hay más de 19.9 millones de católicos en la India, lo que representa alrededor del 1.6% de la población total. La Iglesia Católica es la Iglesia cristiana más grande dentro de la India, y los cristianos representan aproximadamente el 2.3% de la población. Vengo de una familia grande de siete hermanos y hermanas, incluyendo a mí. Una de mis hermanas se unió a la Congregación de las Hermanas de Santa Ana en Bangalore, India. Crecí en un pequeño pueblo con una Iglesia Católica llamada Iglesia del Sagrado Corazón en Silvepura.
Al terminar mis estudios en la Escuela del Sagrado Corazón, mi primo y yo decidimos continuar nuestra educación en una universidad. Para llegar a la universidad, teníamos que viajar en autobús. Mientras esperábamos el autobús, escuchamos a alguien hablando de un sacerdote claretiano que había venido a reclutar jóvenes para el seminario. Entonces, mi primo y yo conocimos al sacerdote claretiano en la rectoría del sacerdote parroquial. Con el tiempo, la conversación con el sacerdote claretiano pasó a ser un diálogo sobre por qué mi primo y yo queríamos ser sacerdotes y ninguno de los dos pudimos dar respuestas claras. Después de una pequeña entrevista, nos aceptó en el seminario. El punto de inflexión de mi vida y la de mi primo fue esperar a ese autobús que nunca llegó que se suponía que debía llegar y llevarnos a la universidad, pero en su lugar, Dios envió a un sacerdote claretiano para llevarnos a mí y a mi primo al seminario. Para mí, este es un evento inolvidable de mi vida y de cómo el Dios maravilloso cambia nuestras vidas.
Mi tiempo en el seminario fue un tiempo de profunda reflexión sobre por qué debería ser sacerdote. Fue un proceso de discernimiento sobre cómo llevar mi vida como religioso. Mis catorce años de formación para el sacerdocio se completaron en el año 2005. Fui ordenado sacerdote el 5 de enero de 2005. Poco después de mi ordenación, fui elegido para ser enviado a Vietnam como misionero clandestino. Todos los documentos para mi viaje misionero a Vietnam fueron apoyados por la Escuela San Claret y fueron preparados por el secretario provincial. El día de mi partida al trabajo misionero, encontré dificultad en el aeropuerto de mi ciudad natal. El funcionario de la inmigración cuestionó mis documentos y me preguntó por qué no había memorizado el número de teléfono de mi escuela. El funcionario se puso sospechoso y me detuvo para hacerme más preguntas. Estaba temblando y sentí que me iban a atrapar. Mientras esperaba, llegó otro funcionario [como mi ángel de la guarda] y me preguntó por qué fui detenido. Le expliqué lo que había sucedido, y el funcionario revisó mis documentos y le dijo al funcionario que me había detenido que no me molestara más porque todos los documentos que tenía estaban en orden y me permitió entrar por la puerta de embarque. Para mí, ese oficial era un ángel enviado especialmente por Dios para protegerme y guiarme con seguridad a Vietnam.
El gobierno comunista de Vietnam es hostil con los sacerdotes extranjeros. Las actividades misioneras son espiadas y controladas por el gobierno comunista. Llegué a Vietnam como turista, pero luego pude obtener una visa por tres meses. Comencé a experimentar dificultades, especialmente con la comida, el idioma y la cultura. El idioma vietnamita es tan único y difícil de aprender. Es un idioma totalmente nuevo y no se parece a ningún idioma indio, ni siquiera una palabra. La comida es insípida porque no se agregan especias. Al principio era muy difícil usar palillos y tazas de arroz. Una de las cosas más triste y lo más inaceptable para mí fue que tenía que ocultar mi identidad sacerdotal. No pude celebrar la Sagrada Eucaristía abiertamente en ninguna de las iglesias parroquias.
Cada tres meses tenía que renovar mi visa durante casi cinco años y, por la providencia de Dios, pude obtener una visa con permiso de trabajo en una empresa. Esta empresa pertenecía a una familia católica. Entonces, el resto de mis años estuve muy agradecido con la familia porque no tuve ningún problema con mi visa. Mis experiencias fueron tan maravillosas y llenas de bendiciones. Puedo seguir y escribir muchas experiencias hermosas que tuve en mis once años, pero solo me detengo aquí
En 2016, me transfirieron a Filipinas. En Filipinas, tuve la oportunidad de estudiar y servir como administrador local para los Claretianos. En 2017, obtuve permiso para estudiar en ICLA [Instituto para la Vida Consagrada en Asia] para obtener una Licenciatura en Misionología, pero al final del primer semestre, recibí una llamada telefónica de mi Superior General en Roma pidiéndome que sirviera a la comunidad vietnamita en la Misión de San Gabriel, Estados Unidos. Y aquí estoy en la Misión de San Gabriel trabajando como Vicario Parroquial y sacerdote a cargo de la comunidad vietnamita.
En la Misión, disfruto de la cercanía y el apoyo de mis compañeros Claretianos. A través del Párroco bien motivado que tengo en la Misión, nuestro objetivo principal es crear un fuerte sentido de comunidad entre todos los sacerdotes y los feligreses.
¿Podrías ser llamado a una vocación de servir al pueblo de Dios como misionero? Visita www.myclaret.org para conocer más y ponte en contacto con un director vocacional quien con mucho gusto te acompañará en tu camino de discernimiento.